Dice la Real Academia Española que el orgullo es un sentimiento legítimo de la propia estimación, nacido de causas nobles. Perfecta definición de una palabra que produce regocijo y que denota una satisfacción interior, que nos hace sentir placenteros en nuestra intimidad.
El hecho de pertenecer ya a la ancianidad te permite orgullecerte de haber fundado una familia, de haber guiado a los tuyos por el mejor camino, de tener y haber tenido buenos amigos, de hacer y haber hecho cosas y tantas razones más que colman tu vida de conocimientos y vivencias irrepetibles.
Pero, también este sentimiento legítimo, es decir, el orgullo, se puede sentir por los demás. ¿Quién no se ha sentido orgulloso alguna vez de tener un buen amigo y de los logros de éste?. Y es que, cuando se llega a la tercera edad se tiene algo que los jóvenes carecen; esto es poder mirar desde lo alto. Parar en esta carrera desenfrenada que tiene la vida hoy, y así valorar con orgullo nuestros años vividos y los de nuestros amigos.
Por todo ello, y pese a los achaques de salud propios de esta parte de tu vida, debes sentirte orgulloso de haber llegado a ser anciano, de tu familia, de tus amigos. En definitiva también yo siento ese orgullo de que tú formes parte de esa causa noble de pertenecer a la tercera edad.