viernes, 20 de junio de 2014

SENTIMIENTO DE BIENESTAR.

Cuentan de un sabio que un día
tan pobre y mísero estaba,
que sólo se sustentaba
de unas hierbas que cogía.
¿Habrá otro, entre sí decía,
más pobre y triste que yo?;
y cuando el rostro volvió
halló la respuesta, viendo
que otro sabio iba cogiendo
las hierbas que él arrojó.

Cada vez que leo esta pequeña joya de D. Pedro Calderón de la Barca, me siento bien. Reconfortado. Me ayuda a pasar el día con optimismo, con ilusión, pues siguiéndolo al pie de la letra me doy cuenta  de que realmente me puedo considerar muy afortunado.

Indefectiblemente, su contenido, su gran contenido, es aplicable a todas las personas de este mundo. Si no, hagan la prueba. Por la mañana, al levantarse, hagan un pequeño ejercicio de reflexión. Bastarán simplemente unos 20 segundos. Pueden ayudarse mirándose al espejo y hagan un pequeño inventario de su situación personal en esos momentos; aleje todo lo superficial y material que nos rodea constantemente y al que, desgraciadamente, le prestamos más atención de la debida.

Recorra mentalmente el entorno familiar y de los verdaderos amigos. Si está todo en orden; perfecto. Se irán a los menesteres de ese día con ilusión y hasta de buena gana.

Si no es así, vamos a empeñarnos ese día en solucionarlo, pero siempre pensando en ese día, en el mismo al que pertenece esa mirada en el espejo. Es en ese preciso momento cuando este pequeño fragmento de “La vida es sueño” al que me refería al principio, tiene su fuerza más vigorosa.

Sin duda alguna les ayudará a acometer esta tarea, pues tal como refleja en su más hondo sentimiento, pueden interpretar que otros ni siquiera tienen ese espejo para poder reflexionar por la mañana.

jueves, 5 de junio de 2014

DESAGRADECIMIENTO.

-¡Me duele la cabeza!

-Pues debes ir al médico enseguida. Yo tenía un pariente que dijo un día: “Me duele la cabeza”. Bueno pues a los tres días, enterrado. Lo tuyo debe ser meningitis maligna porque ya sabes que en tu familia murió uno de meningitis maligna. Pero la verdad es que no tienes por qué tomar las cosas por la tremenda. Al fin y al cabo, la vida no vale la pena. ¡Menuda suerte tienes tú, que sabes que vas a morir pronto...! Porque no es igual que los que estamos sanos, y que nunca sabemos dónde estará nuestro último día. Pero tú...deberías estar contento. ¡Ay si yo pudiera saber, lo mismo que tú, cuándo me voy a morir poco más o menos!...Nada, nada, vete a casa, díselo a tu mujer y a tus hijos con la mayor suavidad posible, y en paz. A esperar... Además, puedes ir preparándote tú mismo el entierro, que no hay nadie que se preocupe tanto como el propio interesado.

Mira, vete a la funeraria, preguntas por D. Enrique Gómez de la Moraleja, y le dices que vas de mi parte. Le explicas el caso: que tienes meningitis maligna, que vas a morir dentro de unos días, y que quieras antes arreglar todo lo del entierro. Es un hombre serio pero muy simpático. Vete ahora mismo, aún está en su oficina. Y no te molestes en pasar por la farmacia porque harías el tonto gastándote un dinero inútilmente. Lo siento por tu mujer que es muy buena, y por tus cinco hijos. Pero, bueno, dentro de siete u ocho años, el mayor ya puede empezar a trabajar en alguna parte.

No seas idiota y no te gastes en un traje nuevo para la mortaja. Cualquier cosa. Al fin y al cabo, para quién lo va a lucir... ¡Te veo un poco serio!... ¡Hale, hale, hay que tener ánimo! Y sobre todo, piensa que las cosas que no tienen arreglo son las que menos deben preocuparnos. No creas que yo no lo sienta. Después de todo, soy tu amigo, ¿no?... En fin, yo me voy a marchar que tengo prisa. Y no dejes de hacer todo lo que te he dicho. A tu mujer no se lo sueltes de golpe, porque se puede llevar un susto. Díselo poco a poco, despacio, que lo vaya comprendiendo bien. Y así, cuando se quiera dar cuenta, pues ya lo sabe, ¿entendido? ¡Se te está poniendo muy mala cara! Es natural. Luego te quedarás pálido, empezarás a perder el conocimiento, y así estarás dos o tres días, hasta que entres en franca agonía...

¡Puum! ¡Puum! ¡Puum!

- ¡Mal...a...mi...go...!

domingo, 1 de junio de 2014

POR QUÉ...

Desde que aprendí a hablar, estoy haciendo preguntas. Preguntas que nadie me contesta, inocentes preguntas a las que me responden con complicadas teorías, que no aclaran nada.

Quiero saber por qué pasa lo que pasa. Por qué somos como somos. Por qué las cosas son así y no de otra manera. Por qué hacemos daño a los otros. Por qué estamos siempre tratando de engañar. Por qué después de tantos siglos no hemos sabido comprendernos. Por qué hay guerras. Por qué hay pobres. Quién maneja los hilos. Donde está el corazón que hay que apuñalar. Por qué no podemos ser razonablemente felices.

Por qué, por qué, por qué...

Confieso que a veces no entiendo nada. Miro al mundo como un espectador y no comprendo a qué viene tanto escándalo, tanto ruido, tanta ambición, tanto movimiento y tanta prisa, para no ir a ninguna parte .

El día es un escándalo, la noche un secreto.
De día se ve lo que hay, de noche lo que se sueña .
De día se ven los palacios, el lujo, las pompas y la soberbia de los hombres.
La noche borra la grandeza y descubre la miseria.
De día se ve la tierra, de noche se ve el cielo.
De día, el negocio, la oficina, el taller.
De noche, el amigo, el amante, la familia.
El día se ha hecho para la materia.
La noche para el espíritu.