jueves, 22 de septiembre de 2016

SER ANÓNIMO

Estoy cada vez más convencido de que cada día soy más feliz de ser una persona anónima. Y que hago lo que me da la gana. Es horroroso que te estén cuestionando a cada minuto, la gente es tan susceptible que es una presión inaguantable.

Ya no se puede decir manicomio, ni trabajo como un negro, o como un chino, en fin que cada cual salta por algo y esto es inaguantable.

Sin embargo voy a decirles algo que he aprendido: de todos los derechos que tiene un hombre, el más importante es el derecho a equivocarse, a ser consciente de ello, a ponerlo en valor y a que eso no sea una condena de por vida.

Cuando pienso estas cosas y las plasmo en papel no sé bien si son pensamientos de un ignorante sabio o de un genio paleto.

De todas formas, me apunto a ir con aquellos que van por la vida con voz dulce y paciente repartiendo cariño y alegría sin llevar la cuenta. Porque somos lo que somos y hagamos lo que hagamos, ningún hecho se alterará. El molde que conforma nuestro carácter sigue intacto. Llamémosle herencia, llamémosle azar…

Y les puedo asegurar que, al menos yo, estoy lleno de limitaciones