miércoles, 18 de enero de 2017

BIEN ACOGIDO

El leve ruido de la puerta de la entrada al cerrarse, me despertó. No había dormido bien esa noche y estaba un poco inquieto. Antes de incorporarme me desperecé agradablemente.

Como suele ser ya mi costumbre por las mañanas, suelo echar un vistazo por las habitaciones de la casa. Así comprobé que quien se había marchado era Tomás. De hecho, cada día se levanta el primero porque va a la universidad y ha de hacer trasbordo en el Metro. Tomás es un chico inteligente y simpático aunque un poco despistado en todo lo que hace.

En la habitación del final del pasillo duerme Irene. Aún no se ha despertado. Tiene trece años y un genio considerable. Disfruta de tener buenas amistades en su colegio y yo creo que es debido a que tiene un talante extrovertido y alegre. Adora a sus padres y les presta atención en todo cuanto le aconsejan.

Josechu y Mari Carmen, sus padres, forman un matrimonio muy unido y compenetrado. Ella trabaja y él lleva bastante tiempo sin trabajo, pero se presta a hacer las labores de casa con esmero y competencia. También se ocupa de mí cuando los demás no están en casa.

Creo que no he podido dar con mejor familia. Llevo viviendo con ellos unos tres años, fecha en que me adoptaron y desde entonces todos se portan muy bien conmigo. No puedo tener quejas de ninguno de ellos. Aunque bien es verdad que, por mi parte, procuro molestar lo menos posible. Yo creo que hasta me tienen muy mimado, de hecho, mis controles de salud periódicos se llevan a cabo con total puntualidad, así como mi limpieza y cuidado. Tengo el mejor sitio de la casa para mí, y me llevan a pasear todos los días.

Cuando vuelven a casa después de haber realizado cada uno sus tareas, sé exactamente el tipo de humor que traen. Siempre me saludan cariñosamente al llegar y yo, con mucho sigilo, procuro animarles y mimarles dentro de mis posibilidades. Es algo que se me da bien a juzgar por los resultados. Por la misma regla de tres también sé cuando no he de molestarles. Debo confesar que les quiero muchísimo a todos. Es mi familia.

Bueno, no puedo extenderme más porque veo que Josechu se ha levantado, vestido y ha cogido todo lo necesario, pues ahora toca que me saque a pasear un rato. A pesar de mi corta edad, he aprendido bastante bien a valerme por mí mismo y la silla de ruedas no es ya un impedimento para mí.


Ahora, si me permiten, me voy a desayunar con Josechu, mi padre.

viernes, 6 de enero de 2017

INCERTIDUMBRE

Como si se tratase de una pesadilla, como si algo o alguien procurara impedir que encuentres lo que hace ya un tiempo buscas, es la sensación que tengo en mi interior. Algo dentro de mí, sabe, siente, que desea escribir sobre algo que está ahí. Es algo que presiento que me espera, que, incluso, noto que lo tengo delante, pero por alguna razón no lo veo.

Esa especie de incertidumbre llega a inquietarme. De hecho produce inestabilidad en mi mente. Y no me encuentro bien, no estoy a gusto. Son ya multitud de veces las que, lo comparo como si intentase alcanzar algún objeto para el que no tengo la altura suficiente. Otras, incluso, creo que ya tengo la idea. Pero no, es falsa alarma. También son innumerables las veces que desespero sin poderlo remediar.

He estado leyendo con ahínco y durante bastante tiempo varias vidas de escritores ilustres. En ellas he visto todo tipo de formalidades, deformaciones profesionales confesadas, manías, costumbres y unas formas muy distintas que cada uno tiene de darle luz a lo que sus mentes tienen a punto de dictar.

Aprendí muchísimo de ellos. Pero, al escribir yo lo que pienso en todo momento, tengo y he tenido siempre la precaución de que se trata de un ejercicio modestísimo que me sirva a mí desarrollar las inquietudes que tengo. Tengo bien claro que no soy más que un aficionado escribidor que intenta hacerlo de la mejor forma posible, dando paso al método y a la constancia, al trabajo y a la disciplina.

Soy muy consciente de que esta pasión por escribir en un papel lo que se me ocurra, me ha llegado tarde y mal. Tarde porque no despertó siendo joven y, mal, porque tampoco me ha sorprendido preparado literariamente. Todo esto me lleva a pensar que esta especie de inquietud que siento hace tiempo y de la que antes hablaba, tiene muchísimo que ver con los conceptos tarde y mal en el debut de la escritura en mi vida.

Soy consciente de que, anímicamente, no estoy pasando buenos momentos y, posiblemente, tenga algo que ver con todo esto. De cualquier manera, sigo buscando esa historia que sé que me espera para que le dé forma y vida. Sé que está ahí. Pero también sé que será una historia simple, sin más importancia; sin un calado que sea digno de mencionar, y que posiblemente nunca vea la luz como tantas otras ya escritas, pero será la mía. Significará que por fin la he encontrado, a la que habré dado forma y vida desde mi rincón. Y señal de que vendrán otras a seguirle.


Ese día me sentiré sosegado desde mi precariedad como escribidor de ir por casa.