Una de las cosas que siendo niño más sorprendieron en el
cine fue una escena de Mary Poppins. Habría que verme la cara de asombro al
observar todas y cada una de las cosas que sacaba de su bolso; cosas grandes,
pequeñas, largas, cortas, estrechas, redondas y de todo pelaje.
Eso era
autentica magia. Es la magia que, a esa edad, nos hace flotar por encima de las
cosas que ocurrían a nuestro alrededor. Y sé que ustedes me entienden.
Lejos
estaba en aquel momento de pensar que esa magia demostrada con un simple bolso
en la pantalla, la iba a comprobar más adelante y de un modo real. Lógicamente
me voy a referir a ella de una forma totalmente exagerada y bien cargada de
ironía.
Y digo todo eso porque quién no se ha visto sorprendido
alguna vez por la cantidad de cosas que hay en el bolso de una mujer… Y no sólo
ya en cuanto a cantidad, sino también, en la diversidad de todo género. En
algún caso hasta cosas inverosímiles que llegan a asombrarnos. Otra cosa es lo
que les cuesta encontrar el objeto antes de sacarlo.
Tampoco faltarán esas frases ya comunes de: “Vaya, ahora
no lo encuentro” “Anda, mira, aquí está lo que estaba buscando hace tiempo”
“Juraría que lo metí en el bolso” y cosas por el estilo. Pero siempre se
pronunciará la eterna coletilla: “Tengo que hacer limpieza en el bolso, que
está…”.
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