jueves, 5 de junio de 2014

DESAGRADECIMIENTO.

-¡Me duele la cabeza!

-Pues debes ir al médico enseguida. Yo tenía un pariente que dijo un día: “Me duele la cabeza”. Bueno pues a los tres días, enterrado. Lo tuyo debe ser meningitis maligna porque ya sabes que en tu familia murió uno de meningitis maligna. Pero la verdad es que no tienes por qué tomar las cosas por la tremenda. Al fin y al cabo, la vida no vale la pena. ¡Menuda suerte tienes tú, que sabes que vas a morir pronto...! Porque no es igual que los que estamos sanos, y que nunca sabemos dónde estará nuestro último día. Pero tú...deberías estar contento. ¡Ay si yo pudiera saber, lo mismo que tú, cuándo me voy a morir poco más o menos!...Nada, nada, vete a casa, díselo a tu mujer y a tus hijos con la mayor suavidad posible, y en paz. A esperar... Además, puedes ir preparándote tú mismo el entierro, que no hay nadie que se preocupe tanto como el propio interesado.

Mira, vete a la funeraria, preguntas por D. Enrique Gómez de la Moraleja, y le dices que vas de mi parte. Le explicas el caso: que tienes meningitis maligna, que vas a morir dentro de unos días, y que quieras antes arreglar todo lo del entierro. Es un hombre serio pero muy simpático. Vete ahora mismo, aún está en su oficina. Y no te molestes en pasar por la farmacia porque harías el tonto gastándote un dinero inútilmente. Lo siento por tu mujer que es muy buena, y por tus cinco hijos. Pero, bueno, dentro de siete u ocho años, el mayor ya puede empezar a trabajar en alguna parte.

No seas idiota y no te gastes en un traje nuevo para la mortaja. Cualquier cosa. Al fin y al cabo, para quién lo va a lucir... ¡Te veo un poco serio!... ¡Hale, hale, hay que tener ánimo! Y sobre todo, piensa que las cosas que no tienen arreglo son las que menos deben preocuparnos. No creas que yo no lo sienta. Después de todo, soy tu amigo, ¿no?... En fin, yo me voy a marchar que tengo prisa. Y no dejes de hacer todo lo que te he dicho. A tu mujer no se lo sueltes de golpe, porque se puede llevar un susto. Díselo poco a poco, despacio, que lo vaya comprendiendo bien. Y así, cuando se quiera dar cuenta, pues ya lo sabe, ¿entendido? ¡Se te está poniendo muy mala cara! Es natural. Luego te quedarás pálido, empezarás a perder el conocimiento, y así estarás dos o tres días, hasta que entres en franca agonía...

¡Puum! ¡Puum! ¡Puum!

- ¡Mal...a...mi...go...!

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