Llevamos ya mucho tiempo recibiendo hasta el hastío,
noticias y sucesos llenos de insidia por
parte de la clase política, y todo ello nos está avocando a una especie de
conformismo, tan peligroso, como el propio abandono de las cosas que nos competen directamente.
Y es que ya nos empieza a dar todo igual. Mientras las
muertes que en gran número y a diario, nos está zumbando en los oídos; mientras
el hecho de que la corrupción está precisamente justo al lado de nuestra casa, etc., en nuestro entorno diario seguimos viendo
corrupción con la misma frialdad
con la que vemos pasar a una persona por la calle, o a alguien que pide
en las esquinas.
Miedo me da la inercia que están llevando las cosas. Todo es
impune, cuando la evidencia de la culpabilidad o, cuando menos la
incompetencia, es bien palpable.
Así y todo mucho me temo que, a este paso, tampoco creeremos
la gran noticia de que la justicia funciona bien, que los políticos son limpios
y honrados, que la gente es solidaria con el sentir del pueblo. No, tampoco lo
creeremos.
Tan solo nos pararemos a pensar y encontrar extraño, cuando
alguien nos aconseje poner tomate frito a un bizcocho. Esa será, sin duda, la
noticia a destacar del día.
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