domingo, 4 de enero de 2015

TERRIBLE EXPERIENCIA.

Estaba él tomando una café con unos amigos, y hablaban entre ellos sobre premios y loterías, del destino que darían a ese premio que todo el mundo anhela y necesita. Una vez en su casa, se le ocurrió pensar, sin tener ninguna razón para ello, qué es lo que le gustaría hacer si tuviese la suerte de que le tocara un buen premio en efectivo de forma que no tuviese que trabajar más en la vida. Después de cavilar un poco se le vino a la mente algo que sería realmente propio de una mente cruel, rencorosa y mezquina, aunque con ganas de un plato frío y sabroso.

Su plan sería que obviamente no tendría que enterarse nadie en absoluto. Faltaría al trabajo una serie de días aduciendo enfermedad o algo por el estilo para que la gente, y cuando dice gente, se refiere a aquellos que son compañeros suyos o a aquellos que se autonombran amigos de él. Después de faltar varios días al trabajo sin justificación oficial, dejar que le expulsasen.

Todo ello serviría, para aparecer poco después como la imagen de un indigente cualquiera. Tirado por los portales de las casas, sucio y maloliente, y acercarse a pedir limosna a aquellos que fueron sus compañeros y que dentro del trabajo le aceptaban o no, y también, a aquellos amigos que se vanagloriaban o no de ello.

Exquisita visión del paso de una vida a través de su camino y convivencia con los demás. Dios mío, cuántas cosas vería a su alrededor. Cuántos casos de hipocresía barata, cuántas frases a escondidas por mala educación, cuántas caras de extrañeza repentina y sobre todo cuántas caras de pena o lástima. Gente de mal corazón.

Sin embargo, en su interior estaría enormemente contento y agradecido de poder reírse de todo eso, pues sin gastarse un solo maravedí de lo atesorado, estaba viviendo de primera mano uno de los espectáculos más grotescos del ser humano desde que los tiempos existen.

No estaba hablando de un sueño, por lo tanto no tenía por qué preocuparse por despertar, estaría bien despierto para poder vengarse de todos aquellos energúmenos despiadados que dieron muestras de ello. Y no estaría la venganza en publicar que en fechas anteriores ya era rico, sino en comprobar a posteriori su repercusión en aquéllos.

Pero, desde luego, de los que sí estaba seguro es de que nunca se olvidaría de los buenos amigos, de los buenos compañeros que viendo su situación, tuvieron la maravillosa condición de auxiliarle.

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