miércoles, 21 de enero de 2015

VISITA A ENFERMOS

Todos sabemos que nuestra sociedad -es decir, nosotros- estamos inmersos en unos comportamientos y costumbres que, sin proponérnoslo, aplicamos con absoluta impunidad en la vida diaria para con los demás.

En esta ocasión me voy a referir a las visitas a enfermos en los hospitales. Y para no herir susceptibilidades hablo de mi propia experiencia.

Cuando estuve ingresado recibía visitas de amigos que, curiosamente, tenían todos el mismo argumento: -Caray, me lo dijeron ayer y he venido enseguida. No lo podía creer. ¿Y qué es lo que te ha pasado realmente?

Yo: - El caso es que estaba paseando cuando de pronto empecé a sentir un dolor en el costado que…

El visitante te interrumpe sin miramientos.

Visitante: -Pues mira, mi cuñada tuvo exactamente lo mismo que tú y …

Acto seguido me cuenta la historia completa de su cuñada con toda clase de detalles. A continuación me dice que se tiene que ir porque está muy liado.

En resumen, que se ha ido sin saber el motivo de mi dolencia a pesar de, no sólo de venir a visitarme, sino también de habérmelo preguntado. Yo, sin embargo, me he enterado de todo lo ocurrido a su cuñada.

Y como este amigo, casi todos los visitantes actuaban de la misma forma, o al menos con el mismo patrón. Aunque hay algunos que, sin escrúpulos, rematan la faena diciendo que el enfermo del que habla falleció.


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